domingo, 27 de mayo de 2007

Desde el mantel hasta el living

Hola a todos! Somos Daniela, Juan, Juan y Claudia y les mandamos la primera de nuestras notas para compartir con uds. Es sobre un rubro dentro de lo que son los eventos. Para que vean como surgen los emprendimientos. Nos pareció interesante para subir. Esperamos que la disfruten. Saludos!




EMPRENDEDORES: GODINO SÁENZ, AMBIENTADORES DE FIESTAS
Desde el mantel hasta el living
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Cecilia de Castro.
cdecastro@clarin.com



Soledad Sáenz Briones era moza en un hotel y su marido, Daniel Godino, jefe de banquetes. "Vimos las falencias que había en la mantelería". Gracias a eso, hoy son los dueños de su propia empresa.

La historia abreviada es ésta: renunciaron, compraron telas y salieron a alquilar manteles. Hoy son los dueños de un emprendimiento que, además, ofrece ambientaciones (algo así como la escenografía) para fiestas .

Cada mes alquilan veinte mil fundas para sillas y atienden unas doscientas fiestas. Pero los comienzos, hace trece años, cuando todavía eran novios, fueron muy distintos. Arrancaron con 1.500 pesos que puso cada uno. Con ese dinero "salimos a buscar telas, sin saber casi nada. Compramos un camión entero. Llegamos a la casa de Daniel, la mamá nos dio un cuarto y allí pusimos todo. Ella nos hizo los moldes y los cortamos nosotros, uno por uno. Mi cuñada sacaba los hilos que quedaban".

La gerencia de banquetes del hotel donde trabajaban les dio una oportunidad y alquiló sus manteles. En esa época los lavaban de noche para volver a usarlos durante el día.

De la habitación de la familia Godino pasaron a una baulera en el centro. Era de los Sáenz Briones y medía dos por dos. "Cuando nos contrataban, llevábamos los manteles en bolsos y valijas. No teníamos horarios, atendíamos desayunos, almuerzos, tés y cenas".

De a poco fueron comprando más telas y, de paso, aumentando su know how. "Nos dimos cuenta de que algunas no servían porque era difícil sacarles las manchas, algunas sirven para mantel en una casa pero no para fiestas. Ahora también sabemos cuál es el ancho de tela que se aprovecha mejor".

Para seguir creciendo hacía falta un crédito. Pidieron uno por quince mil dólares. Y alquilaron un departamento "muy chiquito". Ellos dormían en un cuarto y en el otro estaban los manteles. "Planchábamos y ordenábamos allí". A lo de los clientes iban caminando o en taxi. Cuando pudieron ahorrar compraron un auto "muy chiquito". Mientras, los clientes se iban multiplicando gracias al boca en boca.

Vino otra mudanza a un departamento más grande y con terraza. Otra vez, todo quedó cubierto por los manteles. "El vecino de enfrente tenía el departamento vacío y no lo quería alquilar. Así que usábamos ese lugar para poner toda la mantelería cuando volvía del lavadero".

Con el tiempo tercerizaron la logística. También evolucionaron los manteles: más modernos, de colores y con telas de tapicería.

La siguiente mudanza fue a una casa con garage. Una vez más, los manteles la coparon. "Empezamos a tener clientes importantes". De nuevo, el lugar quedó chico.

La última mudanza: una casa de trescientos cincuenta metros cuadrados con jardín. "Montamos toda la empresa acá".

Con el tiempo, los clientes les empezaron a pedir ambientaciones. La primera que hicieron fue para una fiesta de quince. Hoy ponen la escenografía en fiestas en las que participan varios cientos de personas. Estuvieron en el cumpleaños de Gerardo Sofovich y en la fiesta de Hernán Cattáneo. El Tattersall, el Garage, Yahoo, Gaelle, el Plaza, el Sofitel de Buenos Aires y el Four Seasons son algunos de sus clientes.

Como una consecuencia de las ambientaciones surgió una nueva división: el alquiler de muebles. "Nos empezaron a pedir así que compramos un stock enorme de sillones, banquetas, sillas y mesas altas. Con ellos arman livings, algo que ahora se usa para comer en las reuniones. "La última fiesta fue para setecientas personas, todas sentadas en el living". Necesitaron seis camiones para cargar los muebles.

El precio promedio de un juego de living para diez personas es de 300 pesos. Las fundas para sillas se cotizan a tres pesos y los manteles, a siete.

Pedidos insólitos recibieron muchos. Desde novios que querían entrar al salón montados sobre elefantes hasta recién casados que eligieron carritos de golf para hacer su entrada triunfal.

Alguna vez les tocó ser testigo de peleas prematrimoniales, "incluso llegaron a preguntarles a los novios si realmente querían casarse".

Pero lo más inesperado le ocurrió una vez que estaba levantando la mantelería de una fiesta y, en la pila, apareció un invitado dormido y muy borracho.



Clarín económico domingo 27 de mayo.

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